Parando en este punto, quizá claro oscuro, averiguo el entorno de un taladro
moribundo, que va como sumergido, a encontrarse con este aparatoso minuto, y
aunque abandonado del todo, continúa su andadura por lo extraño, emitiendo
alaridos concretos. Sin embargo, la escapatoria que alberga esperanzas, ya no
rectifica y deja abiertos campos, como esquemas momentáneos que rotos desvían
hallados los últimos restos de un naufragio. Al fondo, bajo una perceptible muralla, los alaridos vuelven a tornarse,
degenerando en huellas. Intuyo que ya no es silencio lo que toca el suelo.
sábado, 27 de abril de 2013
Una noche
Estando
muerto
deliberas
actos
golpes
de cara
al
rostro.
Y no
hay más
necesidades,
solo
está
de plausibles
aplausos,
solo
no
respira.
Se
ha ido apagando
el
silencio,
resplandeciente,
y en
su esencia
reclama,
de nuevo,
lo
que atrapado
escapó
de sus manos.
El
muerto continúa
observando
doloroso
la
huída
del
que existe
retorciéndose…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)